LA POBREZA
Bruno Marcos
¿Qué hay en la pobreza que fija nuestra mirada y, a veces, nos fascina hasta encontrar en ella algo más que miseria?¿Acaso creemos rozar la verdad cuando paseamos entre ella? ¿Será simplemente el drama, la súbita seriedad frente a la superficialidad de todo, o algún recóndito recuerdo, algo atávico?
En un puerto español hay cinco barcos rusos olvidados por sus armadores, sus tripulaciones siguen viviendo en ellos y saliendo esporádicamente a hacer algún trabajo y a por víveres. No quieren volver así, sin nada, a sus hogares y llevan más de cuatro años atracados en un rincón de ningún sitio como si estuvieran perdidos en alta mar. El más solícito a mostrar su vida es un cocinero escuálido y viejito que vive como en un cuento dando vueltas a un olla de potaje. Pone en el vídeo de su camarote una película musical viejísima y en ruso. Se vuelve hacia la cámara y canta al unísono, de memoria, lo que el pequeño televisor reproduce. La reportera le pregunta: “¿Cuántas veces habrá visto usted esa película?” Y él responde sonriendo, dando cabezadas afirmativas y feliz. Parece que fuera un alma cultivada por un tiempo dorado de la Unión Soviética. Rusia debe ser como nosotros hace cuarenta años, un país, en el fondo, refinado, que sabe que hay arte y belleza en el mundo pero que ha caído en la miseria arrastrando a ella a seres muy sensibles, seres que, en otros lugares, estarían destinados a tener vidas regaladas.
Existe esa pobreza sumamente literaria, la de la decadencia, la del fin de las razas aristocráticas y la otra, la de, por ejemplo, India, donde una felicidad inconsciente aparece por doquier, en el rostro de quien no tiene nada. ¿Será la libertad absoluta, el no trabajar, el no sentirse discriminado porque casi todo el mundo es pobre? Pero, ¿qué nos atrae a nosotros, al turista occidental, de ello?¿No será, tal vez, la rotundidez del lugar, lo inalterable del sitio en el que la miseria instaurada imposibilita que nada cambie, que ese lugar entrevisto apenas unas horas -las callejuelas de Benarés por ejemplo-, permanecerá así, igual que hace mil, dos mil, tres mil años, porque no hay dinero, porque la pobreza lo mantiene intacto?
4 Comments:
Jeremías y ella:tan entrañables como la pobreza que no conocemos y que nunca nos besó en la boca
todo el blog va evolucionando hacia un tono familiar en las palabras y veo que también en las imágenes
el blog es como la vida, todo lo que hay en ella lo hay en el blog
Veo que estás contestando como nuestro amigo Mora
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